Si quieres cambiar el mundo deberías empezar por ti. La siguiente historia te dirá el motivo, a través del ejemplo de un pequeño colibrí en el bosque.

Cuando crees en algo y deseas con todas tus fuerzas que se haga realidad, puede ser muy frustrante ver cómo alrededor nadie se mueve.

Tú luchas y luchas, pones tu vida en ello, pero en algún momento miras a los lados y ves que las cosas siguen igual; sientes que no has cambiado nada.

Es muy fácil en algún momento, bajar los brazos. Sentir que ya está, que ya no importa. Que nada va a cambiar después de todo y que no vale la pena seguir luchando.

Cuando te sientas así, recuerda esta historia.

En un gran bosque de bambú, a causa de razones desconocidas, comenzó a desatarse un enorme incendio. Las llamas eran cada vez más grandes y se llevaban todo por delante.

En medio de ese caos, un pequeño colibrí voló al río, mojó en él sus alas, y regresó al incendio agitándolas con la intención de apagar el fuego. Repitió el proceso incansablemente, yendo y viniendo una y otra vez. El fuego no parecía reducirse ni un poco.

Los otros animales, que estaban viendo lo que sucedía, le dijeron al colibrí

Oye, ¿por qué estás haciendo eso? ¿Cómo crees que con esas gotitas de agua puedes apagar un incendio de tales dimensiones? ¡Jamás lo podrás lograr!

El colibrí, sin desanimarse, les respondió: El bosque me ha dado todo, tengo un inmenso amor por él. Yo nací en este bosque que me ha enseñado el valor que tiene la naturaleza.

Este bosque me ha dado todo lo que soy y tengo. Este bosque es mi origen y mi hogar, por eso y aunque no lo pueda apagar, si es necesario voy a dejar mi vida intentándolo con estas gotas de agua.

Los animales se quedaron conmovidos al escuchar al colibrí, y poco a poco muchos de ellos comenzaron a sumarse a los esfuerzos del colibrí para apagar el incendio. No todos. Muchos de ellos, aunque el bosque también era su hogar, decidieron no intentarlo.

Pero a medida que más y más animales comenzaban a tirar agua a las llamas, el fuego empezó a decrecer y, finalmente, el incendio se apagó.

Tus acciones pueden parecer pequeñas, pero no tengas dudas de que tienen poder. Incluso aunque tus gotas de agua solas no puedan apagar el incendio, pueden conseguir algo mucho más importante: contagiar.

El incendio del relato sólo se pudo apagar cuando muchísimos animales entendieron la importancia de hacerlo. Y eso fue el mayor logro del colibrí. Tú puedes ser el colibrí.

Nunca te des por vencido, porque tus acciones y tus ejemplos siempre pueden ayudar a cambiar el mundo.

Recuerda: No subestimes las gotas, porque millones de ellas forman un océano. “Todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros multiplicado”.

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Fuente: Paradigmaterrestre.com